Es casi unánime la opinión entre cantantes profesionales sobre la poca seriedad con la que familiares y allegados toman el oficio del canto. Aparentemente en nuestras comunidades, al menos en latinoamérica, dedicarse a cantar para vivir es cuanto menos poco ortodoxo. Son comunes los comentarios burlescos, las habladurías de pasillo, las preguntas incómodas, cuando un miembro de la familia decide tomar el camino del canto profesional.
¿A qué se debe esto? ¿Es el canto una profesión, o será más bien un oficio menor?
Las respuestas a estas interrogantes quizá podemos encontrarlas si definimos lo que es una profesión, y más importante, si reflexionamos sobre la visión que tiene nuestra sociedad en relación a los profesionales de cualquier ámbito. El uso de la palabra profesional, en nuestro entorno, parece dedicarse exclusivamente a personas respetadas, con alto nivel intelectual, con recursos económicos, en fin, personas especiales y de rango social. Esa es una percepción más que una visión objetiva, sobre todo en tiempos en los que las habilidades específicas y los oficios técnicos empiezan a valorarse cada vez más en el mercado laboral.
La Real Academia de la lengua española define la palabra profesión como una actividad habitual de una persona, generalmente para la que se ha preparado, que, al ejercerla, tiene derecho a recibir una remuneración o salario. La definición misma contrasta en algunos aspectos con esa percepción social sobre los profesionales. En concreto hablamos de un oficio por el que te pagan y para el que te has preparado. Desde ese punto de vista, un cantante que trabaja en un local nocturno, en el cual le pagan por su trabajo, para el cual ha necesitado una preparación, entra perfectamente en la definición.
El punto controversial de la discusión puede estar en los matices que admite el concepto. Todos convenimos que el canto es un oficio, y seguro la mayoría de las personas coincidirán en que no cualquier persona tiene el talento o la madera para tenerlo como modo de vida. Ahora, en cuanto a la preparación, sí podemos abrir el compás para la discusión. Seguramente algún defensor de los modos de vida más conservadores dirá que no es lo mismo preparase para ser ingeniero que para ser cantante. Esto es obvio, son profesiones absolutamente diferentes. Pero el punto no suele ser las diferencias entre las profesiones, sino el mérito que conlleva, desde la opinión general, prepararse para una u otra.
Hasta el más acérrimo defensor del canto como profesión tendrá que admitir que en la mayoría de los países del mundo la educación para el cantante tiene muy pocas opciones de desarrollo. Para estudiar canto debes optar por profesores privados, educación informal, en algunos casos educación de nivel básico, como conservatorios de música, y en muy pocos casos hay opciones universitarias dedicadas exclusivamente al canto como profesión. Además, los cantantes para ejercer nuestro oficio no tenemos la exigencia de algún tipo de titulación, sobre todo porque ningún título garantiza que cantes bien, o que le des a la agrupación, orquesta o productor musical lo que necesita. Lo anterior dibuja un panorama complicado para la formación profesional; con pocas opciones para estudiar, un entorno social en contra de que lo hagas, y sin exigencias en cuanto a estudios formales por parte de tus posibles empleadores, es absolutamente lógico que no exista motivación para prepararse al nivel que lo haría un ingeniero, un abogado o un médico.
Ahora bien, en absoluto con esto estoy diciendo que este tipo de preparación no haga falta para ser cantante. En el canto, como en todas las profesiones hay etapas, aspiraciones y peldaños que se van alcanzando con la experiencia y el tiempo. Y como en todo oficio, prepararte bien ayuda a que alcances las metas en menos tiempo y con menos traumas. De seguro, para servir cafés en un bufete de abogados, el estudiante de derecho no necesita haber estudiado años la carrera universitaria, pero por lo general lo hacen. Es decir, que cuando están haciendo las pasantías, llevan años preparándose a nivel de educación superior. Y aunque sus primeros años se dedican a cosas para las cuales están sobre calificados, la estructura laboral les exige que ganen experiencia antes de asumir retos mayores. Esto es así porque existe dicha estructura laboral, un gremio, una organización profesional, que establece las normativas para que la profesión sea respetada, bien remunerada y valorada por la sociedad.
Esta es la gran diferencia entre el canto y las profesiones más formales. Los cantantes debemos admitir que nuestra estructura laboral es endeble y en muchos países inexistente. Quizá por falta de interés o por no entender las necesidades de hacerlo, los cantantes rara vez nos reunimos gremialmente, no nos organizamos como colegio profesional en nuestros países o de manera internacional, rara vez realizamos congresos o eventos dirigidos a profesionales del canto o de la voz; en definitiva nos hace falta más conciencia de la importancia que tiene unirnos y organizarnos profesionalmente. Esto implica que tengamos menos oportunidades de trabajo, menos valoración en la remuneración de nuestro oficio y de seguro una visión general menospreciada de nuestra profesión por parte del entorno social, debido a la falta de normativas y regulaciones que eleven las exigencias de nuestros profesionales y los motiven a prepararse para un oficio que es sumamente exigente en todas sus facetas.
Es común la creencia de que para ser cantante sólo hace falta talento y carisma. Quizá existe esta percepción porque es cierto que en algunos puestos de trabajo como cantante puede bastar con eso. Pero en mi opinión esos puestos son el equivalente a las pasantías de los primeros años de cualquier profesión. Luego el espectro aspiracional del cantante va creciendo y comienzan nuevas exigencias que obligan a una preparación más exhaustiva. En ciertos círculos profesionales del mundo del espectáculo y de la música, un cantante tendrá demasiadas dificultades para responder al oficio si no maneja disciplinas como el lenguaje de la música, la armonía, la técnica vocal, el canto polifónico, la expresión corporal, las habilidades técnicas escénicas, la fisiología de la voz, la fonética, la interpretación, entre muchas otras competencias que debe tener para rendir correctamente en su trabajo. Más allá de esto hay que considerar que si el cantante decide realizar un proyecto en solitario, comienza un camino de emprendimiento. Para el logro de este tipo de objetivo, a las habilidades mencionadas, debemos sumar marketing musical, organización de eventos, producción musical, liderazgo, dirección musical y arreglos para distintos formatos, etc. En otras palabras, para el éxito en esta carrera el cantante puede pasar décadas estudiando, al menos ese ha sido mi caso.
Cuando me preguntan a qué me dedico y digo que soy cantante, probablemente en la mente de las personas a las que doy esa respuesta sólo aparece un personaje que vocaliza a diario y se presenta en algún sitio a cantar. Nada más lejos de mi realidad. En mi día a día las actividades van desde producir música en mi estudio de grabación, pasando por enseñar canto y dirigir agrupaciones musicales o ensambles vocales, la investigación en temas relacionados con la fisiología de la voz y con la musicología, componer música para una firma internacional, dirigir una institución dedicada a la investigación y la enseñanza en voz profesional, dar clases en universidades, hasta la conceptualización, el diseño y la realización de mis espectáculos y mis discos. Y esa no es sólo mi realidad, es la realidad de la mayoría de mis compañeros de trabajo y colegas.
Así que si eres cantante, te estás preparando para ser el profesional que sueñas, y te preguntan: pero ¿de qué vives? con el tono burlesco y despectivo, puedes responder orgulloso que vives de ser cantante, puesto que es una profesión digna y que requiere mucha preparación y dedicación, que hace feliz a la gente y puede entregar a la sociedad mensajes poderosos, profundos y transformadores que en ocasiones ni la política o la publicidad son capaces de llevar a cabo. Y si quieres ir más allá, pregúntate qué puedes hacer y cómo puedes contribuir a tener en tu comunidad, región o país un gremio más organizado y que eleve la posición de tu profesión en el rango social. Si no eres cantante y te ha interesado lo expuesto en este texto, ojalá haya contribuido a cambiar tu percepción sobre este oficio, su valor, su complejidad y su importancia.